La hora más esperada.

Sí, mis queridos lectores barra lectoras, ávidos y complacientes siempre, repulsivos y cabrones también donde los halla, he vuelto. Sí, ya sé, ya lo sé. Ya dije una vez que había vuelto y por último desaparecí como desaparecen los árbales, la naturaleza auténtica, los orgasmos fugaces en la parte trasera de un vehículo y un largo etcétera; pero la espera, y la pausa ha merecido la pena. Mientras vosotros, mis queridos y odiados lectores, continuabais vuestras vidas más o menos paupérrimas, yo mismo, he circunnavegado la tierra para mayor gloria de mi mente e imaginación, y aupado por el Maestro Armero, me siento a la mesa del arquitecto jorobado, para volver a vosotros con mis humildes letras. Es, sin duda alguna, la hora más esperada.