Thursday, October 2

La perra crisis.

Mi amigo, el perro del hortelano, se bajaba los pantalones delante del convento de las monjas clarisas, para rogar, si a bien lo tenían que le blanquearan la ropa.
Costumbre ésta, la de blanquear la ropa, que se ha hecho popular sobre todo entre las que van a entrar en el ramo de las “matrimoniadas”.

Sé que este pequeño encabezado, a modo de introducción, pseudo surrealista, podría dejar perplejo a más de uno, y que también, aquéllos que se aburren, que se sacan las cacas de la nariz con dos dedos o calcunillos de sieso, que se toquetean por debajo de la mesa, viendo señoras ficticias en la pantalla, y otros más aseverados navegantes, intentarán buscar el uso y abuso de estas contradictorias, dispares y absurdas introducciones. Pero esta vez, señoras mías, les ahorraré el trance.

No hay sentido alguno, ni hilo conductor ni mierdas en vinagre. Me salió de los adentros, algo amantecados, hablar de mi amigo, al que conocen en el argot callejero de la jungla universitaria como “el perro del hortelano”, por esa costumbre tan suya y fea, de “ni comer ni dejar comer”.

Ya, anclado en puerto, y nunca mejor dicho, en mi casa, que atesora todos esos recuerdos de mil cacerías por los confines de la tierra, que huele a cerrada, a pelo de perro mojado, a la hierba húmeda y a hembra aseada, cien euros la hora, que encontré solitaria y taciturna en una barra americana, me he dispuesto a leer la prensa.

Pero no, no se confundan. No voy a tomar el primer titular de prensa que me plazca o me merezca justicia para ajusticiarlo. No, hoy no tengo ganas. No me apetece, tomar cualquier noticia rotulada al azar y hacerla añicos con mi lengua viperina. Hoy, solamente, hablaré de mi forma de leer el periódico.

Yo soy, como algunos, de los que se hacen amigos de las costumbres de viejo, siempre que sea posible. Me gusta el olor del papel impreso, donde las noticias calentitas se hornean a fuego lento en los bajos de los bares y tabernas.

Me gusta abrirlo y extenderlo como un mapa de carreteras sobre la mesita pegajosa de una terraza, con la catedral de Cádiz de fondo, y el hormigueo del calorcillo del otoño picando las carnes.

Me gusta abrirlo. Y, siendo como soy pilonero, me gusta adentrarme en sus entrañas, hasta sacarle todo el jugo. Algo así como con las señoras, que no me importa reconocer, que en siendo de confianza y limpias, me gusta degustarlas (otra redundancia) hasta el carné de identidad.

Dos cafés, más o menos, dependiendo del rotativo me duran las lecturas, donde siempre paso por alto, las noticias locales y economía. Razones poderosas tengo para tal omisión, y son que ni suelo estar en mi localidad, ni me interesa la economía, que no signifique que no me preocupe.

El otro día, leyendo prensa y suplementos atrasados, leí una carta donde un señor de Cuenca, por decir algún sitio, sostenía, como Pereira, (véase el juego de palabras), que exagerábamos con esto de la crisis, y que si en Tanzania u otros lugares del tercer o cuarto mundo las pasaban canutas.

¡Qué razón tiene el joío! Razón no le falta. Que puestos a comparar, si un niño en España se queja, con relación a un congoleño es un vicioso mal criado. Y si un taxidermista de Kentaky (que se pronuncia kentoqui) se queja con respecto a uno marfileño, es para hostiarlo en toda regla.

Que una cosa es la crisis económica de nuestras entrañas y otra, la situación que viven en ciertos países de este perro mundo.

Y, a buen seguro, que si ese señor de Albacete, por decir algún sitio, hubiera salido alguna vez de su casa de trescientos metros cuadrados, y dos piscinas; o si hubiera alguna vez pisado tierra, más allá del club náutico, en su portentoso yate, reafirmaría su convicción y afirmación de que en ciertos lugares de la tierra no se vive, se sobrevive. Y, eso lo dice un servidor, que ha mascado polvo y sangre en muchos de esos lugares.

Pero el asunto, es que en España, hay miles de familias que las pasan putas para llegar a final de mes. Que los cobradores amistosos barra no amistosos, les atosigan (que también se tienen que sacar las castañas del fuego) para pedirles letras que no se pagan. Que muchos, pasan las noches en vela dándose golpes en la cabeza, preguntándose por qué compraron esa finca o ese cochazo en las vacas gordas. Y cosas “asín”, que diría mi amigo Anselmo. Y, ya, ya sé, que mala suerte, que pensaran con la cabeza y no con los pies, etc., etc., etc., y punto en boca.

Pero ánimo. Ánimo a todos aquellos señores y señoras que lo están pasando mal. Ánimo porque todos merecemos una segunda oportunidad, si hemos sido honrados. Que sí, que como reza el padrenuestro, debemos pagar nuestras deudas. Pero tranquilos, aguantemos el tirón, y sobre todo, aguantemos la salud, que en esta vida se está de paso, y son dos días mal contados. Que todo acabará y llegarán mejores momentos.

2 comments:

Ana Guadalupe said...

Amigo, la crisis anda en todos lados. Ojalà pase pronto y no empiecen las revueltas por la deseperaciòn.
Un beso!!!
Ah!!! En què lugar de mi tierra estuviste?

Corso said...

Manzanillo

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