Sunday, February 19

La concupiscencia del sí por encima de la negación del talvez y el absolutismo del no.

No, no se equivoquen, no tengo pensado hablar, ni por asomo, de un tema como la concupiscencia del sí por encima de la negación del talvez y el absolutismo del no. No, ni hablar. Eso solo ha sido un título.

En ocasiones, lo más difícil de escribir no es escribir en sí, sino ponerle más tarde un encabezamiento. Ya imagino al pobre y manco de Cervantes estrujándose la melena para llegar al título del Quijote. ¡Jo!, y tanto romperse la cabeza para que después le digan el Quijote a secas…

Hoy, la verdad es que no tengo nada que contarles. No. No tengo ni puta idea de que puedo decirles, en quien cagarme y a quien poner verde. ¿Será eso síntoma de que me estoy humanizando? Sí, talvez… no. Lo dudo, ya soy humano. Demasiado humano, creo. Y por eso, mi lengua viperina sale de paseo con tanta impunidad.

Me he leído los periódicos, he visto los telediarios, y escuchado el “parte” en la radio… y nada. No se me ocurre nada. ¿Se habrá ido la inspiración? Pero claro, esta pregunta me lleva a otra más importante, ¿alguna vez habré tenido inspiración? Porque siendo francos, decir cuatro necedades y diez palabrotas seguidas no me convierte en un gran autor. Eso sólo le pasaba a gente como don Camilo en su última etapa, o a don Francisco (Umbral) y gente así, consagrada en cuerpo y alma a la literatura. Pero yo no me consagro a la literatura. De hecho, más que lector, siempre he sido un ávido consumidor de libros, en plan coleccionista. Sí, en las abruptas paredes de mi despacho se contonean miles de libros que jamás he leído, y que creo que no tengo intención de leer. Y esto me lleva a otra pregunta importante, ¿debo considerarme un necio por esta actitud? Sí, talvez… no. Otra vez, un repique de título para ambientar este inconexo y absurdo texto, que tiene por cometido rellenar un hueco en mi blog. Sí. Nada más que eso.

Entonces, siendo claros, si no estoy inspirado y talvez nunca he sido regalado por las musas de la inspiración, ¿qué demonios hago escribiendo? Escribir es un acto voluntario, por lo tanto, es un acto libre, lo cual significa que lo hago porque sí, porque me da la gana, porque me sale… lo cual me quiere decir que escribo por alguna razón.

¿Qué, demonios, de razón será esta que me hace escribir, que hace que de mi cabeza salga a borbotones palabras entrelazadas que se hacen carne, como el verbo en la eucaristía, como el orgasmo en un intercambio de fluidos, en la cópula? No lo sé o tal vez sí. Pero eso, lo dejo para otro día, para un día en el que no me sea necesario rellenar huecos de la pared de mi blog con argamasa, porque escupiré por mi negra boca esas dulces ideas con las que les deleito.

Y hablando del orgasmo… dicen que algunos escritores ascetas y místicos lo alcanzaban en su momento de clímax más preponderante. Humm, ¿debería probar a masturbarme mientras escribo? ¿Se tendrá la misma sensación cárnica y convulsiva que cuando te azogan el cuello con un pañuelo de seda hasta el punto de la pre – asfixia? Puede ser, no puedo negar lo que no he probado.

Se lo tendré que preguntar a mi vecina, la Celestina, esa señora rácana de curva nariz aguileña, que adopta la postura de un buitre, y que desde la muerte de un tal Calixto, que por cierto vaya nombrecito, está incluida en un programa de protección de testigos. Sí, talvez o no, le pregunte a ella. Tiene cara de tener experiencia en eso de los orgasmos de salón de té chino. Con esa cara de geisha reprimida, de ojos achinados, que en otrora se llamaba cara de estreñimiento, seguro que sabe mucho acerca del tema del orgasmo, la cópula y la seducción. Ya la veo, detrás de un cortinón, como mamporrera, botijo en mano, dándole la réplica a algún amante poco apasionado. Ese rostro lascivo, y ese hilillo de fina saliva que le cuelga por la comisura de los labios. Unos labios cortados por el frío o la fiebre, pero al fin y al cabo unos labios. Y se tocará los senos, decrépitos y caídos, con suavidad, y al rozarse los pezones gemirá, acompasando los movimientos pélvicos de la joven que yace postrada en el lecho del mirliflor amante. Y, tal vez sí o tal vez no, se acaricie su sexo, que estará empapado de fluido amatorio, y cerrará los ojos y pensará que es ella, que es joven, que es hermosa, y que sobre ella cabalga un bravo jinete apocalíptico. Sí, talvez le pregunte o talvez no.

Y, como un paquidermo hambriento, y sin futuro en una árida playa de la polinesia, mi seco cerebelo se rinde a la evidencia de que no tengo nada que contarles, y eso me asusta, y si me asusto significa que soy humano, y por lo tanto… sí, talvez o no, mañana se me ocurra algo.

2 comments:

Corso said...

Señora o señorita Ojos claros, que ayer la confundí y la llamé ojos azules. Tres cosas:

1. Me he metido en su página para leerla a usted un ratillo.

2. Tiene razón no tengo pelos en la lengua, ni siquiera de pubis.

y 3. le agradezco sus palabras, que se me antojan un halago.

Por cierto, la carta "La terapia o un domingo sin estrés" está dedicada a usted.

Un saludo. Yo no la beso, que tengo un resfriado.

El Corso.

onlysnow said...

Sí, sugiero masturbarte y luego, tal vez escribir. Sí, las letras se tornan diferentes, tal vez al igual que al llorar o al reir.Sí, eyacular pensamientos, reflexiones o porques síes, está de vicio después de sentir. Sí, sentir lo que sea y cómo sea y luego escribir.
Ni un absoluto NO. Jajajaa.
Creo que ya se me hizo tarde. Anda que...

Mi Ping en TotalPing.com Creative Commons License
CARTAS ABIERTAS by www.diariodeprovincias.blogspot.com is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.