Monday, February 13

Valentín. (O una cantiga de escarnio e maldiçer para el pobre San Valentín).



Yo tenía un amigo que se llamaba Valentín, que decían que era muy guapo y atractivo, cuando se rompía las nalgas allá por los noventa en la universidad. Este buen muchacho se había enamorado perdidamente de una profesora de francés que lo traía por la calle de la amargura, con sus devaneos sensuales y sus gosyescos movimientos de maja desnuda.

Cada vez que llega San Valentín, me acuerdo de él.

¡Ay, el catorce de febrero! El día de los enamorados y todo eso…. El día que se hace negocio con los corazones adormitados por el amor de los jóvenes y jóvenas, de los románticos empedernidos, que se acumulan en los cafés, papel en blanco rimando sus versos, que tal vez nadie lea… o acaben como forro aséptico para limpiarse el culete. Sí, vaya día… empalagoso como una tarta cien por cien de azúcar, y todo rojo… corazones rojos, bufandas rojas, cajitas de bombones rojas, lazos rojos, vestidos rojos, ropa interior roja (bordada o sin bordar, y con apliques de ensueño que intentan levantar la moral de los apesadumbrados miembros con sus trasparencias…) hum… ¡Cuánta frivolidad!

¡Y, ¿del amor?, ¿es que nadie va a pensar en el amor?! Jajajaja, San Valentín. Vaya día les espera. Sí, ya les veo renegando de tan infalible fecha, regodeándose en las tascas con sus amigotes y amigotas diciendo que es un chorrada, que es un evento comercial para sacarnos los dineros… algunos, los más falsamente exacerbados, quemarán tarjetitas con corazones y frases mirladas a la puerta de algún centro comercial, como si fuera del Green peace o de alguna ONG irreverente y rebelde que proclama que el amor sucede todos los días…. Sí. Ya veo a la intelectualidad de este país partiéndose el pecho, la caja, el culo y las entrañas a mandíbula batiente, jactándose de esos pobrecitos ignorantes e ignorantas de este país, que ramo de flores en mano, se pasean por las calles con sonrisa de oreja a oreja, bobalicona y enamorada.

¡Jo! Si solo es un día normal y corriente… dirán los más píos. ¡Tranquilícense las masas pordioseras y consumistas de nuestra sociedad que le pueden ustedes regalar lo que les salga de los mismísimos cualquier día del año y a mejor precio!

Pero no, ellos incautos, correrán como gacelillas en celo o como perseguidas por el mismo diablo hasta un centro comercial, donde tarjeta en ristre, la exprimirán buscando el regalo más original para su pareja. Sí, los hay incluso tan enamoradamente ciegos, que volverán a regalar la misma tarjeta, el mismo reloj de pulsera, e incluso el mismo ramo de rosas, que por cierto, se espachurra al cabo de tres días, y dejara a su enamorada la nariz colorada, porque resulta que es alérgica a los pétalos.

Incluso, los más organizados, seguramente, habrán planeado un viaje sorpresa, con cena incluida y violines tocando la traviata a ritmo de blues, como les gusta a ellas, en algún lugar especial que les traiga recuerdos del día que se cruzaron en el camino.

Ellas nerviosas acudirán a los centros de belleza a depilarse las piernas, las cejas, los sobaquillos, e incluso la ingle, que después queda feo ver al novio escupiendo pelillos rizos al bajarse del coche o de la cama. Sí. Y todo lo harán por amor.

Y los académicos y académicas que pueblan este país, que es un país de panderetas como diría mi compadre, el maestro armero, se partirán de risa. Risa y risotas, y verdaderas carcajadas, porque ellos, al fin y al cabo piensan que es un día más, con sus fast – food en mano, hamburguesas de pollo light y su bebida isotónica. Sí, cuánta razón tienen….

Pero lo jodidamente cierto, es que cada día que pasa, lo único que vemos y des – celebramos ( y permítanme la licencia para inventarme palabras) son muertes, asesinatos, violencia doméstica, de género o casera. A niños que se mueren de hambre cada tres segundos, y muchas, muchas guerras. Guerras de hombres contra hombres, de políticos contra políticos, de virus contra hombres, de bacterias contra hombres, de hambre y miseria contra hombres… donde al final, el que siempre sale perdiendo es el hombre.

Así que si mañana, alguien quiere celebrar San Valentín, que lo haga, que lo festeje con dos cojones, y que se deje llevar por la magia del momento, y que por ese instante por lo menos se olvide de que existe un mundo real donde el amor no viene en cajas con forma de corazón, y donde los hombres no nos queremos tanto.

2 comments:

Campanilla said...

Jo... pues mi múltiple personlidad pasa por todos esos estadios del yo, odiando la **** fecha esta, esperando con la esperanza que nunca se pierde una sorpresa, pensando que cualquier día es bueno y sería más original... pero claro...es cómo que si pasa algo este día es más claro, más real, como si sólo por hacerlo el 14 se convirtiera en una verdad universal a la que nada puede escaparse, ni te hace dudar.
Si pasa ese día es oficial, alguien te quiere.

Pueeeeeees, que no sé, que yo cuando he estado enamorada celebbre San Valentín cuando me salía de las narices, cada cierto tiempo, porque me apetecía, porque me gusta sorprender, y si, vale, tb me gustaría eso de las velas y patatín to cursi, pero como no encunetro quien me lo haga...lo hago yo!!!

Así que mañana, mientras un desdoble de mi alma actúe como que le rasca el culo el día sé que lo más profundo de mi esperará algo... hasta que den las doce y pase el día.
Soy cursi? si, no lo sé, sólo sé que soy yo, y me encanta.

Corso said...

De eso se trata, Campanilla, de que cada uno sea como quiera ser, y no como dicten los demás. Me parece muy bien que seas una cursi, mañana y todos los días de tu vida, siempre y cuando estés satisfecha contigo misma.

Un saludo

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